En la facultad tampoco fue mi año de grandiosidad, todo bien eh, terminé, sobreviví, pero no como yo quería. Tan acostumbrada a los números altos, sinceramente un siete es una blasfemia para mi. Pero te acostumbrás, o eso dicen. Veremos.
Y cuándo estaba todo bien con el señorito, todo el mundo giraba a un buen compás, las cosas se acomodaban como por arte de magia, no me dolía tanto cuando algo me lastimaba, ya no tenía pesadillas (aunque nunca le conté eso); cuando las cosas se fueron al caño, las pesadillas volvieron (pero tampoco voy a decírselo) Que cosas esas no? Ya no las tengo tan seguido pero era horrible tener pesadillas todas las noches, despertarme llorando y no saber para donde correr.
Y ahora, no sé, extraño cosas, quiero matarlo, pero extraño cosas. No me acostumbro a acordarme de él y no poder contarle boludeces. También perdí un amigo y eso me duele más que todo.
Y ahora, diciembre está acá nomas. no tengo ganas de hacer balances, me parece muy rebuscado querer ver lo positivo para decir que lo negativo no fue tan grande.
Eso sí, lo tengo amenazado al 2016 de que sea un poco menos conch*do conmigo.
pd: fotitos lindas porque el post es negro como mi alma.
2 comentarios:
Hola berenjena adorada!
Cuando contas lo triste que estás por lo de tu mamá me pongo triste yo también y me dan ganas de darte abrazos de oso.
Con lo del pibe... ya te dije la otra vez que lo putearas por pura catarsis porque no da guardarse cosas que te hacen mal. Y a la vez te entiendo que lo más triste de todo es perder al amigo que al pibe.
Que el 2016 se ponga las pilas sino lo cagamos a piñas... con rima y todo.
Te adoro, querida!
Ufff no se si lo voy a putear pero me quedaron cosillas sin decir. El 2016 better be good!
Besootes queridisima
Publicar un comentario